Descripción del proyecto

GAMA

Villa que conserva las  ruinas de un castillo en cuyo interior esta la  ermita de Nuestra Señora declarado  Bien de Interés Cultural  en 1949 .La iglesia Parroquial de San Andrés es del Siglo XII. Desde las proximidades de Gama se accede al Valle de Recuevas

La Iglesia de San Andrés en Gama se construyó en 1190 con una sola nave, ábside semicircular y espadaña. Destacan la portada de cinco arquivoltas y algunos canecillos. En el interior se puede apreciar un capitel que representa un torneo entre caballeros. Pero una visita a Gama requiere una subida hasta el castillo del que quedan algunos muros, una torre y el arco del pórtico de entrada. En su interior existe una pequeña ermita románica.

La villa, surgió a los pies del antiguo castillo castreño, actualmente en ruinas, que alberga en el interior de su recinto murado la ermita de Nuestra Señora del Castillo, en cuya fachada pueden verse los escudos de armas de la Casa de Alba. A finales del siglo XI, el rey Alfonso VI concedió a don Nuño Pérez de Lara el señorío de la villa, el castillo y su pequeño alfoz. Posteriormente paso a la Casa de la Vega (S.XV,) y en el XVI perteneció al Conde Osorno don Pedro Manrique, que mantuvo enfrentamientos con su pariente el marqués de Aguilar. Ya más posteriormente, la villa de Gama y su castillo fueron propiedad de la Casa de Alba, por eso hoy – todavía – podemos ver sus escudos de armas dentro de la ermita arriba citada.

Visitando el acogedor núcleo urbano de Gama, veremos que en el centro del mismo se localiza su antigua iglesia románica, dedicada a San Andrés. Esta iglesia parroquial es un interesantísimo edificio románico del siglo XII, según la fecha que figura en uno de los cimacios de la portada (1190), y que ya era mentada en documentos de principios del siglo XIII. En el exterior del templo, merece ser destacada su portada con arco de ingreso y cinco arquivoltas ligeramente apuntadas. Las columnas de la misma terminan en capiteles de talla esmerada, que recuerdan a los de San Andrés del Arroyo. En su ábside llamarán nuestra atención la impresionante “colección” de canecillos figurados, labrados con gran destreza artística (guerreros, clérigos, sirenas), entre los que sobresale uno conocido como “el lector”, donde en las paginas del libro que sostiene sobre las piernas figura una fecha difícil de determinar. Todo el conjunto se adorna con la típica espadaña del románico montañés que se sitúa en el hastial.

Ya situados dentro del templo, veremos que su espacio se reparte en dos naves, donde se aprecian las numerosas reformas padecidas por el edificio; destacando su arco triunfal, que se apea sobre columnas con unos bellos capiteles historiados. En uno de ellos se ve al profeta Daniel en el pozo de los leones, y en el otro, un torneo entre caballeros cubiertos con cota de maya. Varios retablos conforman su patrimonio sacro, destacando dos laterales de finales del siglo XVI, con buenas esculturas de San Roque, Niño Jesús, Virgen con el Niño, San Antonio de Pádua y San Bartolomé, a los que se une el mayor, que ya es barroco (s.XVIII), donde se entroniza el santo titular.

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