El cuarto taller de caligrafía organizado por la Fundación Santa María la Real llegaba a su fin en la tarde del sábado.

caligrafíaLa actividad formativa, que arrancaba el pasado jueves, ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de la villa galletera, de la Diputación Provincial y de la Fundación Cultural Ramón Areces.

En esta edición, Esperanza Serrano, experta calígrafa de la Villa del Libro de Urueña (Valladolid) con alrededor de una veintena de años de experiencia en este campo, ha introducido a sus quince alumnos en la escritura visigótica.

El taller, eminentemente práctico, se ha impartido en el salón de actos de la sede de la institución cultural de 9,30 a 14 y de 16 a 18,30 horas.
«Hemos contado con un número reducido de asistentes por la condición práctica del curso. La matrícula se completó a las pocas semanas de publicitarlo», explicaba Pedro Luis Huerta, coordinador de los Cursos del Centro de Estudios Románico.

Y es que el «placer de escribir un texto a mano con instrumentos antiguos tal y como se hacía varios siglos atrás tiene un gran atractivo», según añadía la profesora.

El objetivo final del taller ha sido la iniciación a «un tipo de caligrafía que predominó en la Península Ibérica entre los siglos VIII y XII, derivado de las escrituras uncía y cursiva romanas», apuntaba Serrano, cuya principal pretensión ha sido «transmitir a los demás la pasión por un arte que ha estado perdido y que poco a poco estamos volviendo a recuperar en España».

aprendizaje. Los quince participantes han practicado la realización de las letras minúsculas y varios estilos de mayúsculas, y se han acercado a la decoración de manuscritos visigóticos a base de entrelazos. Sus herramientas de escritura han sido plumillas metálicas, tintas y colores al gouache con las que han trabajado primero sobre distintos papeles, para, finalmente, confeccionar un texto sobre pergamino natural de cordero.

«Hay personas que prueban y se quedan; otras pasan de largo por el simple hecho de que se requiere mucha práctica y paciencia. Antes impartía un curso al año, ahora uno o dos al mes», comentaba la experta calígrafa, para quien la escritura visigótica no podía faltar en un centro de estudios medievales.

Fuente: Diario Palentino